lunes, 6 de abril de 2009

Leyendo de...

La Era de la Googlización

06-Abr-2009

CTRL
Hiroshi Takahashi

ExOnline

A nadie le importó la muerte de Encarta

¿Qué pasará con los programas de educación que esta empresa había ofrecido desde hace años a los países pobres?

Muchos de los jóvenes tal vez no vivieron el boom de las enciclopedias. Todavía la gente de mi generación las tuvieron en los libreros de sus casas, tal vez no hubiera literatura como tal —algunas novelas o libros de poesía—, pero las enciclopedias universales, la Británica y alguna que otra de manualidades estaban presentes.
Recuerdo que a mi casa se presentaban los señores que vendían enciclopedias, con grandes catálogos y planes de financiamiento. Mis padres, siempre preocupados por mi educación, decían que la compraban para mí, aunque hubiera salido carísima, pues era una inversión. Lo único que me podían heredar, siempre me decían, era mi formación académica.
En fin, el punto es que las enciclopedias siguen siendo como un recuerdo de una época. Al llegar a la casa de los padres de alguno de tus amigos sabes si son de tu generación por estos volúmenes. Recuerdo que a medidados de los 90 llegó Encarta. Era algo impresionante, era una enciclopedia que ponía una palabra de moda: multimedia. Video, texto y audio mezclados en fichas de información que estábamos acostumbrados a consultar en gigantescos libros estáticos después de hacer una consulta alfabética.
Era la onda, teclear en un buscador un país y conocer todo al respecto, igual que teclear algunas ligas y saber de sonidos de animales, música o palabras raras. Era la onda.
Poco después se supo que la Enciclopedia Británica, una institución con casi un siglo de tradición, estaba en problemas económicos por la aparición de las enciclopedias en CD, el software aplicado a la acumulación de conocimiento.
La semana pasada, una noticia pasó casi desapercibida en México —sólo Excélsior le dio el lugar que merecía—. Resulta que Microsoft anunció que este año desaparece Encarta, la misma que un día destrozó la presencia de las Británicas y Universales en los libreros familiares, por lo menos de los mexicanos. La misma que generó que miles de vendedores ambulantes cambiaran de giro, como alguna vez pasó con las aspiradoras.
“La categoría de enciclopedias tradicionales y de las obras de consulta ha cambiado. La gente hoy busca y consume información de maneras considerablemente diferentes a las del pasado reciente. Como parte del objetivo de Microsoft de ofrecer los recursos más eficaces y atractivos al consumidor de hoy, se ha tomado la decisión de abandonar el negocio de Encarta”, esa es parte de la explicación oficial.
Yo me pregunto qué es lo que pasará con los programas de educación que esta empresa había ofrecido desde hace años a los países pobres (en México, por ejemplo, el proyecto Enciclomedia basa su funcionamiento en la misma, ante la falta de contenidos en español). Seguramente los encargados de estas iniciativas seguirán minimizando el impacto que esto tendrá en sus clientes, en este caso estudiantes de primaria mexicanos que utilizaban e incluso servían de comercial, Encarta como un juego en clase en pizarrones digitales. A mí me tocó ir a las primeras escuelas piloto en México y escuchar a los niños, después de aprenderse un discurso de memoria, cómo les gustaba usar esa enciclopedia en el aula.
Wikipedia los rebasó por mucho. Ahora la pregunta es: si esa forma de comunicación y software ya no son eficaces ni rentables —Enciclomedia y otros proyectos en CD y online—, entonces cómo y quién regulará las bases de datos que opciones basadas en redes sociales y colaboración masiva nos ofrecen a los cibernautas.
Lo cierto es que en la casa de mis padres todavía están algunas de las enciclopedias que usaba de niño. En mi casa ya no hay, si acaso algunas cajas con discos compactos repletas de información, colecciones sobre flora y fauna, países o historia y ciencia, que, por lo pronto, nadie usa. Consultamos todo en la red, de la fuente directa. Rabbit Hole
*** La semana pasada, la fuente de tecnología y espectáculos estaba muy impresionada. Unos días antes, les había llegado una invitación para asistir a una conferencia de prensa en el Bulldog Café, un antro en la Ciudad de México. El gancho de la invitación era una gran foto del grupo U2. Algunos reporteros, los más ingenuos, esperaban ver a la banda irlandesa presentar nuevos productos de la firma estadunidense Motorola. Llegaron al lugar y encontraron a un sujeto igualito al vocalista. Los representantes de relaciones públicas de la marca aseguraban que era Bono, generando una gran discusión entre los fans y los que conocían nomás One por la insistencia de las radios comerciales para transformarla en hit. Cuál sería su sorpresa al salir de la conferencia y, al momento de querer escribir su nota con el boletín —como cuentan algunos— descubrir que había sido un doble. No pudieron presumir ni sus fotos ni el encuentro secreto que habían tenido. Y el doble de Bono continúa generando miradas de sorpresa por las calles del Distrito Federal.
takahashiroshi@gmail.com